A calor de agosto aliouse coas sufocacións menopáusicas para facerlle a vida imposible. Pasa as noites deambulando pola súa casa en busca do recuncho máis fresco; poucas veces logra durmir antes do albor. A falta de descanso agreoulle tanto o carácter que a veciñanza apenas a saúda.
Pero atopou solución: á hora da sesta, segura de que ninguén se decata, baixa ata a beira do río. Alí, case espida e tombada á sombra, consegue unhas felices horas de sono profundo.
Está satisfeita porque só pasaron catro días e
o veciño da porta xa lle sorrí.
El calor de agosto se alió con los sofocos menopáusicos para hacerle la vida imposible. Pasa las noches deambulando por su casa en busca del rincón más fresco; pocas veces logra dormir antes del alba. La falta de descanso le agrió tanto el carácter que el vecindario apenas la saluda.
Pero ha encontrado solución: a la hora de la siesta, segura de que nadie se entera, baja hasta la orilla del río. Allí, casi desnuda y tumbada a la sombra, consigue unas felices horas de sueño profundo.
Está satisfecha porque
solo han pasado cuatro días y el vecino de al lado ya le sonríe.
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