(Imaxe procedente de internet) |
Esperábamos un niño y fue recibida en azul. El presupuesto familiar no daba para improvisar una canastilla rosa y tuvo que empezar a vivir entre ropas y paredes celestes. La presentamos a la familia como Mario. Hasta bien entrado el invierno, no la sacamos a pasear en su carrito para poder taparla totalmente, evitando así que algún espabilado descubriera la trampa. Al llegar a casa y liberarla del envoltorio, comprobamos que su carita compartía color con la manta protectora. No le dimos importancia: la tela, sin lavar previamente, habría desteñido. Eso sí, nos extraña que, habiendo pasado ya varios días, siga sin respirar...
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