(Imaxe procedente de internet) |
Me recogiste en el suelo y crucé
la calle colgada de tu brazo fornido. Una huella indeleble de perfume varonil
se agarró a mi piel sin estrenar. Enseguida comprendí que, por culpa de aquel
maldito escalón, no solo había perdido el equilibrio, sino la paz. Ni un día
pasa sin que repita el mismo trayecto con el ansia de buscarte. En más de una
ocasión, he reconocido tu fragancia; pero al intentar acercarme, mi perro
lazarillo gruñe y tira de la correa, alejándonos. Antes de volverme loca, debo
eligir entre acatar la seguridad de su instinto o cumplirle el gusto al mío.
Creado para II PREMIODE MICRORRELATO IASA ASCENSORES
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