As mañás, se non chove, son perfectas para deambular polos meus recunchos favoritos da cidade e facer algunha compra superflua. Ás veces sóbrame tempo e achégome ó picadeiro, onde me esperan os rinchos emocionados de Narda porque sabe que galoparemos xuntas ladeira abaixo. As tardes invernais fanse curtas, sobre todo cando saio cos amigos para charlar ou tomar un café. O peor vén despois: a noite ábreme os ollos e péchame a imaxinación; a escuridade apodérase da alma e confundo o meu corpo insensible coa cama á que me atou para sempre aquela maldita moto.
Las
mañanas, si no llueve, son perfectas para deambular por mis rincones
favoritos de la ciudad y hacer alguna compra superflua. A veces me
sobra tiempo y me acerco al picadero, donde me esperan los relinchos
emocionados de Narda porque sabe que galoparemos juntas ladera abajo.
Las tardes invernales se hacen cortas, sobre todo cuando salgo con
los amigos para charlar o tomar un café. Lo peor viene después: la
noche me abre los ojos y me cierra la imaginación; la oscuridad se
apodera del alma y confundo mi cuerpo insensible con la cama a la que
me ató de por vida aquella maldita moto.
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