había silencio e chegaches a berros.
Enchiches de luz
un oco profundo,
soubeches atarme
con fíos de seda,
dos que nunca rompen
aínda que queiras.
Pero se rachasen
polo uso intenso,
nunca deixarían
as marcas da pena.
Te busqué en la niebla y eras del claro,
había silencio y llegaste
a gritos.
Llenaste de luz
un hueco profundo,
supiste amarrarme
con hilos de seda,
de los que no rompen
por mucho que quieras.
Pero si quebraran
por el uso intenso,
nunca dejarían
marcas de la pena.
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