Maquillada e vestida de gala, cruza a porta acristalada do restaurante máis caro da cidade. O espello do vestíbulo confírmalle que está perfecta e entra directamente ó comedor, onde a espera unha mesa reservada para dous. Bótalle unha ollada á carta e alégrase de que aínda sigan ofrecendo o menú daquel día inesquecible. Completamente segura de acertar, decide pedir o mesmo ca entón. Solicita ó camareiro que vaia servindo o primeiro prato, xa que o outro comensal chegará enseguida. A fumarenta crema de brócoli, enriquecida con queixo azul e labras de xamón crocante, abre o apetito ó máis desganado; aínda que a ela, sobre todo, prodúcelle nostalxia. Segundo van pasando os minutos, a calor do manxar e a esperanza desvanécense ó unísono. Dúas bágoas, só dúas, caen sobre a sopa intacta. Pide a conta e sae, esforzándose por manter a compostura.
Imaxe procedente de internet |
Maquillada y vestida de gala, cruza la puerta acristalada del restaurante más caro de la ciudad. El espejo delvestíbulo le confirma que está perfecta y entra directamente al comedor, donde la espera una mesa reservada para dos. Le echa un vistazo a la carta y se alegra de que todavía sigan ofreciendo el menú de aquel día inolvidable. Completamente segura de acertar, decide pedir lo mismo que entonces. Solicita al camarero que vaya sirviendo el primer plato, ya que el otro comensal llegará enseguida. La humeante crema de brócoli, enriquecida con queso azul y virutas de jamón crujiente, abre el apetito al más desganado; aunque a ella, sobre todo, le produce nostalgia. Según van pasando los minutos, el calor del manjar y la esperanza se desvanecen al unísono. Dos lágrimas, sólo dos, caen sobre la sopa intacta. Pide la cuenta y sale, esforzándose por mantener la compostura.