Sabía que o home
a enganaba con outra, pero necesitaba probas. Intuición e recursos
de muller ferida permitíronlle saber que se verán á noitiña
naquela cala recóndita onde, hai anos, bicou ó seu marido por
primeira vez, e que ela, ata hoxe, consideraba exclusiva dos dous.
Con antelación,
agárdaos agachada detrás dunha matogueira. A Lúa, cómplice
maliciosa, aparece puntual para levantar acta. Despois de garatuxas e
bicos, os amantes íspense e introdúcense na auga, dando renda solta
á súa paixón. Sen dubidalo, sae sixilosa do escondedoiro e requisa
toda a vestimenta masculina.
Xa na casa, só
lle queda esperar acontecementos. A noite faise eterna. Por fin, soa
o teléfono: o seu esposo atópase hospitalizado por hipotermia e
rógalle que lle leve roupa. Cóntalle unha historia rocambolesca que
ela finxe crer.
Con urxencia,
acode á clínica portando as prendas substraídas horas antes.
![]() |
(Imaxe baixada de
internet)
|
Sabía que él la engañaba, pero necesitaba pruebas.
Intuición y recursos de mujer herida le han permitido averiguar que se verán al
anochecer en aquella cala recóndita donde, hace años, besó a su marido por
primera vez, y que ella, hasta hoy, consideraba exclusiva de los dos.
Con antelación, los espera agazapada tras unas matas. La Luna, cómplice maliciosa, aparece puntual para levantar acta. Después de arrumacos y besos, los amantes se desnudan y se introducen en el agua, dando rienda suelta a su pasión. Sin dudarlo, sale sigilosa del escondrijo y requisa toda la vestimenta masculina.
Ya en casa, sólo le queda esperar acontecimientos. La noche se hace eterna. Por fin, suena el teléfono: su esposo se encuentra hospitalizado por hipotermia y le ruega que le lleve ropa. Le cuenta una historia rocambolesca que ella finge creer.
Con premura, acude a la clínica portando las prendas substraídas horas antes.
Con antelación, los espera agazapada tras unas matas. La Luna, cómplice maliciosa, aparece puntual para levantar acta. Después de arrumacos y besos, los amantes se desnudan y se introducen en el agua, dando rienda suelta a su pasión. Sin dudarlo, sale sigilosa del escondrijo y requisa toda la vestimenta masculina.
Ya en casa, sólo le queda esperar acontecimientos. La noche se hace eterna. Por fin, suena el teléfono: su esposo se encuentra hospitalizado por hipotermia y le ruega que le lleve ropa. Le cuenta una historia rocambolesca que ella finge creer.
Con premura, acude a la clínica portando las prendas substraídas horas antes.
Me imagino la cara del marido. Buena jugada, ja, ja.
ResponderEliminarEu tampouco lle perdoaría, mira que non hai sitios...
ResponderEliminarMentes frías para casos quentes!!! :)))
O dito: estás moi inspirada. Préstache trasnoitar... :-)
ResponderEliminar